THE ECONOMIST

Noviembre 21, 2020

Especies amenazadas de tiburones son capturadas en redes Ecuatorianas

El 4 de mayo, oficiales aduaneros de Hong Kong confiscaron el cargamento ilegal más grande de aletas de tiburón en la historia de este territorio. De acuerdo a los documentos, se declaró que el contenido de la carga era pescado seco, pero estaban en español, no en inglés, lo que llamó la atención. Los oficiales encontraron 24 toneladas de aletas de tiburón, la mayoría pertenecientes a especies en peligro de extinción como por ejemplo tiburón zorro, con un valor en el mercado minorista de $1.1 millones de dólares. Esta carga llegó desde Ecuador.

Ecuador se presenta a sí mismo como víctima de la pesca ilegal, irregular y no declarada por los arrastreros chinos cerca de las islas Galápagos. De hecho, su industria pesquera es igual de mala, asegura Max Bello de Mission Blue, una ONG basada en California.

Las embarcaciones Ecuatorianas pescan ilegalmente en áreas como en Malpelo, santuario Colombiano; y en las islas Cocos en Costa Rica. De acuerdo al Director del Parque Nacional Galápagos, desde el año 2018 por lo menos 136 barcos pesqueros grandes Ecuatorianos han ingresado a la Reserva Marina de Galápagos, la misma que tiene un área de 133.000 kilómetros cuadrados.

Consumidores de Quito y otras ciudades del Ecuador continental compran carne de tiburón pensando que es corvina. Muchos barcos transfieren ilegalmente sus capturas en altamar a embarcaciones más grandes, las mismas que son llevadas a otros mercados.

Bajo la ley ecuatoriana los pescadores pueden vender especies en peligro como tiburones y tortugas si las capturan involuntariamente. Muchos barcos reportan sus capturas como incidentales.

El mundo está tomando nota. El año pasado la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, una agencia Estadounidense, acusó a las empresas pesqueras ecuatorianas de violar acuerdos internacionales de conservación. La Unión Europea, el mayor comprador de atún ecuatoriano, ha dicho al país que tome acciones en contra de la pesca ilegal, irregular y no declarada o corren el  riesgo de perder el acceso a su mercado. En el año 2018 un comité dentro de CITES (Convención Internacional para el Tráfico de Especies en Peligro) recomendó que sus 183 miembros suspendan el comercio de pescado con Ecuador.

El Gobierno del Ecuador es incapaz de frenar esta industria poderosa. Las compañías pesqueras dan empleo a 100.000 personas y contribuyen $1.600 millones de dólares al año, correspondiente al 1.5% del PIB.

La flota atunera del Ecuador, la más grande del Pacífico Este, tiene alrededor de 115 embarcaciones grandes mecanizadas. El resto de la industria pesquera está formada por más de 400 barcos semi-industriales y barcos nodrizas, que son embarcaciones pequeñas sin maquinaria y que capturan mayor variedad de peces.

La pesca recibe un tratamiento especial del gobierno. A menudo expide permiso para la exportación de aletas de tiburón al Perú, país que no cumple con los estándares CITES, asegura la ONG  Oceana Perú. Los aliados de la industria ocupan puestos importantes en el viceministerio de acuicultura y pesca, algunos tienen escaños en la Asamblea.

Los operadores de los barcos atuneros de bandera ecuatoriana aseguran que son las flotas de otros países las responsables de la pesca ilegal, irregular y no declarada dentro o cerca de aguas Ecuatorianas. Ellos dicen que su pesca incidental es solo el 2%. Los observadores abordo, bajo las normas emitidas por la Comisión Interamericana de Atún Tropical (CIAT), una organización regional, avalan esa afirmación. Sin embargo, los conservacionistas no les creen. El cerco y el palangre, las principales formas de pesca de la flota, a menudo dan lugar a altos niveles de pesca incidental. De acuerdo a los conservacionistas la CIAT es una organización débil, alineada con empresas pesqueras. “Es como confiar que el lobo sea honesto en relación a la cantidad de ovejas que se comió” dice un asesor de los asambleístas que quieren endurecer la regulación. Incluso si la pesca incidental es baja, como lo dice la industria pesquera, es suficiente masacre de algunas especies.

Aún más controversial que el cerquero y el palangre, es el uso de dispositivos de agregación de peces (DAPs). Barcos industriales los sueltan en las corrientes que pasan a través de la zona protegida de Galápagos para atraer a sus presas, dicen grupos ambientalistas. Muchas veces ponen cabezas de chivos en los dispositivos para atraer tiburones dicen Galapagueños.

Las tripulaciones rastrean los DAPs con GPS y los rodean con redes cuando salen de las zonas protegidas atrapando tortugas, lobos marinos, manta rayas y tiburones. De acuerdo a un estudio realizado en el año 2015 por Fideicomiso de Caridad Pew, los barcos ecuatorianos despliegan más DAPs que los de cualquier otro país.

Los barcos nodriza son aún más difícil de regular ya que no están obligados a navegar con observadores pesqueros. Contrabandean no solo con aleta de tiburón, pero también con cocaína. El año pasado, Sea Shepherd, un grupo de conservación vigilante, filmó a pescadores a bordo de una nodriza decapitando a un tiburón, una práctica que es ilegal en Ecuador. Los pescadores jugaron con la cabeza del tiburón para las cámaras de Sea Shepherd.

El gobierno del Ecuador trató de cambiar la situación, especialmente después de que la Unión Europea sacará una advertencia de “tarjeta amarilla”. En Abril la asamblea pasó una ley que aumenta las multas para los pescadores ilegales. Ahora se prohíbe que los barcos pesqueros vendan tres especies de tiburón que están en peligro de extinción, sin importar que hayan sido capturados incidentalmente, afirma Jeff LeBlanc, asesor del Gobierno. El gobierno ha empezado una campaña de publicidad para disuadir a los ecuatorianos de comer tiburón.

Los conservacionistas dicen que estas medidas no funcionan. La Guardia Costera y la Marina Ecuatoriana no tienen fondos suficientes para patrullar sus mares de manera efectiva. Ecuador debe mejorar sus reglas y aplicarlas antes de que la Unión Europea levante su tarjeta amarilla, dice un oficial de la UE.

Conservacionista están instando al gobierno a duplicar el tamaño de la Reserva Marina de Galápagos. Eso pondría en desventaja a la industria pesquera ecuatoriana, que compite con la flota china moderna y subsidiada por su gobierno, dice Bruno Leone, presidente de la Cámara Nacional de Pesquería, un grupo de presión.

El dolor sería temporal, responden los defensores de la expansión. Eventualmente conduciría al aumento del stock pesquero, por lo tanto a mayores capturas. La Reserva Marina de Galápagos, a pesar de que está pobremente vigilada, ha rescatado especies en peligro por la sobrepesca. Una reserva más grande ayudaría a la población ya amenazada de atún aleta amarilla. El tiburón martillo, que está críticamente en peligro y que se reproduce en Galápagos, podría sobrevivir. Si Ecuador quiere seguir beneficiándose de sus riquezas marinas, tendrá que protegerlas.