Bajo el lema “con el mar en nuestro corazón”, científicos, conservacionistas, guías turísticos y grupos de defensa nacionales e internacionales están promoviendo un canje de deuda por naturaleza dirigido a expandir drásticamente el área de la reserva marina que rodea las islas Galápagos de Ecuador.

La iniciativa, promovida por una red de ciudadanos ecuatorianos llamada Más Galápagos y a la que se han sumado 160 organizacio- nes nacionales e internacionales, apunta a triplicar el tamaño de la Reserva Marina Galápagos.

Actualmente con 133,000 km2, esta reserva rica en especies se ampliaría a 445,953 km2, con sus contornos adaptados para conser- var ecosistemas marinos clave y, al mismo tiempo, designar áreas para la pesca sostenible.

Según el plan, se comprarían US$1,000 millones de deuda soberana ecuatoriana a una tasa de descuento y se retirarían con la ayuda de la Fundación Pew, la Corporación Financiera para el Desarrollo Internacional (DFC) y el Banco de Desarrollo Empre- sarial (FMO).

Un estimado de US$280 millones recaudados como parte de la transacción se depositarán en un fondo fiduciario, donde el interés que genere se utilizará para apoyar la administración de la reserva marina ampliada y promover estrategias de pesca sostenible.

El biólogo Eliécer Cruz, representante latinoamericano del grupo sin fines de lucro Island Conservation y vocero de Más Galápagos, dice que el plan de expansión incluye 54 objetivos de conservación específicos que abordan especies vulnerables, hábitats críticos y procesos biológicos, entre otras áreas.

El plan, presentado al presidente ecuatoriano Lenín Moreno en enero, también mira más allá de los límites de la reserva, que se extendería en su mayor parte hacia el norte, este y sur.

La extensión norte abarcaría parte de una ruta migratoria submarina utilizada por tortugas marinas, tiburones y otras especies marinas. La ruta va desde las aguas del archipiélago de Galápagos hasta las del Parque Nacional Isla del Coco, una reserva marina a 550 km de la costa del Pacífico de Costa Rica, dice Mónica Calvopiña, bióloga y miembro de Más Galápagos.

La extensión de la reserva hacia el sur, mientras tanto, ayudaría a salvaguardar una ruta migratoria para las especies de aves marinas que viajan hacia y desde las islas desde Perú y Chile. Calvopiña señala que entre esas especies está el albatros, cuyas poblacio- nes están disminuyendo en todo el mundo en parte porque estas aves a menudo quedan atrapadas y mueren en las operaciones de pesca de palangre y arrastre.

Gran parte de las aguas al oeste del archipiélago permanecerían disponibles para la pesca sostenible, excepto cuando el patrón meteorológico de El Niño se imponga. El Niño crea una capa más gruesa de agua cálida en la superficie, que inhibe el afloramiento y, por lo tanto, el ascenso de nutrientes desde las profundidades, por lo que las especies de peces costeros tienen que esparcirse más ampliamente para alimentarse.

La propuesta refleja estudios realizados por un equipo de inves- tigadores de la Universidad San Francisco de Quito dirigido por Alex Hearn, un biólogo marino que se especializa en la conser- vación de pesquerías y que ha tenido un papel protagónico en la investigación de los movimientos de especies de tiburones amen- azados.

Los partidarios del canje de deuda por naturaleza están esperando noticias del gobierno sobre el plan propuesto, pero los analistas no esperan una respuesta hasta que se celebre una segunda vuelta para la elección presidencial el 11 de abril y un nuevo jefe del ejecutivo preste juramento el 24 de mayo.